En otoño de 1900, próximo a cumplir diecinueve años, Pablo Picasso viajó a París para visitar la Exposición Universal y vivir su primera experiencia en la capital artística del mundo. El año siguiente fue ya invitado a participar en una exposición en la prestigiosa galería Vollard, al tiempo que se familiarizaba con el bohemio barrio de Montmartre y sus placeres mundanos. Siete años después, competía con Matisse por el liderazgo de la vanguardia francesa y emprendía su revolucionaria andadura como artista universal.
Este gran catálogo, ampliamente ilustrado, analiza el descubrimiento picassiano del arte y la vida en la capital del Sena, y examina su reacción ante algunos artistas concretos, como Van Gogh, Toulouse-Lautrec, Steinlen, Puvis de Chavannes, Rodin y Cézanne. Picasso empezó muy pronto a forjar un estilo personal, basado en el proceso mismo de pintar, que difuminó las tradicionales diferencias entre imitación y realidad. Cuando, en 1907, Georges Braque visitó su taller para ver su obra más reciente, exclamó: «¡Lo que quieres con tus pinturas es obligarnos a comer estopa y beber queroseno!». Como artista, Picasso dirigía la troupe tragando fuego.
Imprescindible para todos los estudiosos de Picasso, especialmente de su primera época en París, así como para todos los amantes de la historia del arte, que disfrutarán en estas páginas de la obra de uno de los grandes genios de la pintura, sobre el trasfondo, siempre fascinante, del nacimiento de las vanguardias en la Ciudad de la Luz.
